Por qué el mundo necesita conversaciones significativas

¿Cuándo fue la última vez que tuviste una conversación profunda y significativa con alguien? ¿No te gustaría tener más de esas?

A veces pasamos horas hablando con la gente sin que eso signifique nada concreto. Estas conversaciones pueden crear comunidad y amistades, y queremos que sientan que somos parte de la sociedad. Estas conversaciones nos ayudan a conectar con la gente de forma segura sin ofenderla o contradecirla. Es por eso que en muchos países la gente habla del clima, lo cual les parece extraño a muchos visitantes, como algo irrelevante y una pérdida de tiempo.

A medida que la gente se acostumbra a entablar conversaciones sin sentido para conectarse, también se ven obligados a tolerar y solo observar conversaciones apáticas, divisivas e hirientes. Estas conversaciones dañinas se basan principalmente en la supremacía de un punto de vista político, ideología, raza, religión y nacionalidad sobre los demás. Estos temas y muchos más han sido usados para menospreciar a un grupo de personas criticándolas para que se sientan bien con ellas mismas. Observar estas conversaciones es tan doloroso preferiría tener conversaciones sin sentido sobre el clima en cualquier momento.

En la actualidad, el arte de la conversación significativa se está olvidando gradualmente y se ha convertido en un bien escaso. La humanidad parece estar perdiendo su forma de comunicarse con los demás y está eligiendo la confrontación en su lugar. Las palabras hirientes se usan a menudo para infligir el mayor daño a los puntos de vista opuestos. Los escritos bahá’ís nos recuerdan la importancia de ser corteses y sensibles al elegir nuestras palabras mientras nos dirigimos a los demás, especialmente a aquellos cuyas ideas son diferentes a las nuestras. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, escribió:

“Todas las palabras están dotadas de espíritu; por lo tanto, el orador o expositor debe pronunciar las palabras cuidadosamente en el momento y lugar oportunos, puesto que la impre sión que produce cada palabra se manifiesta con nitidez y es claramente perceptible. El Gran Ser dice: Una palabra puede compararse con el fuego, otra con la luz, y la influencia que ambos ejercen es patente en el mundo”.

Las redes sociales, con todos los beneficios que tienen, también han dado una nueva dimensión a este problema. Proporciona una vía para que cualquiera pueda decir lo que se le ocurra con el pretexto de la «libertad de expresión». Como resultado, algunas personas han sustituido la lógica y el sentido común por estallidos emocionales erráticos que no logran nada excepto crear dolor y odio.

El otro efecto secundario de este fenómeno es cuando la gente rechaza cualquier idea lógica y científica que no coincida con sus puntos de vista etiquetándola como «falsa». Aunque la desinformación y la propaganda han sido parte de los medios de comunicación desde el comienzo de los periódicos, solo recientemente ha alcanzado su punto más alto. Ha entrado en áreas de la vida que antes estaban intactas.

A veces la gente no quiere gastar energía en investigar la verdad, así que la rechazan rotundamente ya que existe el peligro de que se descubra que podrían estar equivocados. Así que, al llamar «falsos» a otros puntos de vista, escapamos a la posibilidad de aprender algo nuevo o encontrar una nueva forma de ver los temas, y eso nos llevará a una guerra de palabras. Estas partes en guerra libran una amarga batalla de conversaciones como si estuvieran en el campo de batalla teniendo un objetivo: la destrucción del punto de vista del otro a cualquier costo.

No podemos seguir caminando por este camino de la incapacidad. En su lugar, necesitamos tener conversaciones significativas para que la humanidad pueda elegir una forma unida de construir el futuro. El mundo necesita volver a los principios básicos de la comunicación. Aprender el arte de la conversación significativa y la consulta nos ayudará a resolver los asuntos que están desgarrando nuestra sociedad. Necesitamos vernos no como enemigos, sino como seres humanos, y ser indulgentes al tratar con los demás. Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh escribió:

“Estad en perfecta unidad. Nunca os enojéis el uno con el otro… Amad a las criaturas por amor a Dios y no por sí mismas. Jamás estaréis enojados o impacientes si los amáis por amor a Dios. La humanidad no es perfecta. Existen imperfecciones en cada ser humano; seréis siempre desdichados si miráis a la gente. Pero si miráis a Dios, los amareis y seréis amables con ellos, porque el mundo de Dios es el mundo de la perfección y de la completa merced”.

La verdad es esencial para crear una sociedad justa y solidaria. De hecho, Abdu’l-Bahá escribió, “La brillante chispa de la verdad surge sólo después del choque de diferentes opiniones”.

Sin embargo, el problema radica en que traemos el ego a la conversación. Entonces se convierte en el choque de egos en lugar de ideas. Eso, a su vez, nos lleva al conflicto y al odio. En cambio, necesitamos aprender los principios básicos de la consulta. Abdu’l-Bahá nos dio algunos puntos a tener en cuenta. Escribió que nosotros:

“… deben reunirse a consultar de modo tal que no surja motivo de resentimiento o discordia. Esto puede lograrse cuando cada miembro expresa con absoluta libertad su propia opinión y expone su argumento. Si alguien se le opusiere, no deberá de ninguna manera sentirse ofendido, pues no puede revelarse el camino recto antes de que los asuntos hayan sido plenamente discutidos”.

El problema de la falta de conversación y consulta significativa es la ausencia de pautas morales y espirituales para las interacciones adecuadas. Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, nos proporciona los fundamentos. Él escribió:

“Deben luego proceder a expresar sus opiniones con máxima devoción, cortesía, dignidad, cuidado y moderación. En todas las materias deben tratar de encontrar la verdad y no insistir en su propia opinión, ya que la obstinación y persistencia en el propio parecer conducirá finalmente a la discordia y la disputa, y permanecerá oculta la verdad”.

Aquí hay más consejos de Bahá’u’lláh, Él escribió que deberíamos hablar “con palabras tan suaves como la leche” y “la máxima indulgencia y paciencia, para que la dulzura de sus palabras induzca a todos a lograr aquello que es digno de la posición del hombre”.

Aunque una conversación significativa parece una simple declaración, su influencia y potencial son inmensos. Después de todo, es la base para construir un sistema de comunicación para resolver los cada vez mayores y complicados problemas que enfrenta la humanidad.

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