Qué significa la riqueza para la nueva raza del hombre

La creencia popular evolutiva es que hemos sido creados como el resto de los animales, y hemos evolucionado hasta convertirnos en seres humanos. Esta visión para mí socava la estación y el destino de la humanidad. Establece un nivel muy bajo en nuestras expectativas hacia nuestros objetivos, y esto conlleva a esperar de nosotros violencia, guerras y otras fuerzas destructivas como un comportamiento aceptable. Se espera que actuemos como animales. Las religiones, sin embargo, tienen una visión diferente: en esencia, somos espirituales y hemos sido creados como un ser espiritual para ganar experiencia humana. Somos de Dios y tenemos un destino espiritual. Si somos espirituales en esencia, tenemos un viaje espiritual que recorrer para lograr nuestra transformación en una Nueva Raza del Hombre, de modo que evolucionamos espiritualmente para ganar la presencia de Dios.

 

El entendimiento es el poder por el cual el ser humano adquiere su conocimiento de los diferentes reinos de la creación, y de los distintos grados de la existencia, así como también de lo que es invisible. Al poseer este don, él es en sí mismo la suma de las creaciones anteriores, está capacitado para ponerse en contacto con esos otros reinos; y por intermedio de este don  frecuentemente puede alcanzar la visión profética, a través de su conocimiento científico.
El intelecto es, en verdad, el don más preciado que la Munificencia Divina ha concedido al género humano. Entre todos los seres creados, sólo el ser humano posee este maravilloso poder.
Toda la creación que precede al ser humano, está sometida a las severas leyes de la naturaleza. El gran sol, la multitud de estrellas, los océanos y mares, las montañas, los ríos, los árboles, todos los animales, grandes o pequeños, ninguno puede huir de la obediencia a las leyes de la naturaleza.
– Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de Abdul Bahá, p. 31.

 

La historia demuestra que hasta ahora la humanidad no ha vivido sus expectativas de vivir una vida humana y hasta ahora ha actuado sobre sus impulsos animales. Entonces, en ese sentido, la historia humana no ha comenzado todavía. La evidencia de esto es la llamada historia humana, que trata de guerras, conflictos, agresiones, destrucciones y miserias. Para convertirse en una nueva raza de hombres, la humanidad primero tiene que descubrir su verdadera naturaleza y luego tomar medidas para iniciar la transformación en todos los aspectos de su vida. Eso significa subordinar su naturaleza inferior y encontrar el verdadero propósito de su creación y avanzar hacia ella. En este momento es imposible imaginar las cualidades y habilidades de la nueva raza del hombre porque nuestros entendimientos y valores no son lo suficientemente espirituales para imaginar eso, por lo que todo lo que podemos hacer en este momento es trabajar en nuestro crecimiento personal al confiar en lo espiritual:
¡Oh Hijo del Espíritu! Te he creado noble, sin embargo tú te has degradado. Elévate pues, a la altura de aquello para lo que fuiste creado. Bahá’u’lláh, Las Palabras Ocultas, p. 65

 

Una vez que iniciamos el proceso de transformación, debemos redefinir muchas de las definiciones y conceptos de la humanidad que son obsoletos y no son aplicables para remediar los problemas actuales. Las definiciones de conceptos tales como éxito, riqueza y posesiones para que reflejen su verdadero significado. Los logros y las aspiraciones materiales deben combinarse con una espiritual.

 

Salta a la vista, entonces, que el honor y la exaltación del hombre han de reposar sobre algo más que sobre las riquezas materiales. A decir verdad, el bienestar material no es más que una rama. Sin embargo, la raíz de la exaltación del hombre radica en las virtudes y cualidades nobles, que son el ornamento de su realidad. Tales son las manifestaciones divinas, las gracias celestiales, los sentimientos sublimes, el amor y el conocimiento de Dios, la sabiduría universal, la percepción intelectual, los descubrimientos científicos, la justicia, la equidad, la veracidad, la benevolencia, la valentía natural y la entereza innata, el respeto por los derechos, el cumplimiento de pactos y acuerdos, la rectitud en todas las circunstancias, el servicio incondicional de la verdad, el sacrificio de la propia vida por el bien de los demás, la bondad y aprecio hacia todas las naciones, la obediencia a las enseñanzas de Dios, el servicio en el Reino Divino, la guía de los pueblos y la educación de las naciones y razas ¡Tal es la prosperidad del mundo humano! ¡Tal es la exaltación del hombre en el mundo! ¡Tal es la vida eterna y el honor celestial! -Abdu’l-Bahá, Algunas preguntas respondidas, pág. 4.

 

Las generaciones pasadas de la humanidad hasta la actualidad han gastado tanta energía para obtener posesiones materiales creyendo que es todo lo que hay que hacer en la vida y, como resultado, descuidan sus necesidad y su crecimiento espiritual. La visión de la humanidad de sí misma y su destino ha sido errónea, y al final, no llevaron a nada de verdadero valor a los ojos de Dios.

 

Las potencialidades inherentes a la posición del hombre, la medida plena de su destino en el mundo y la excelencia inherente de su realidad, deben ser todas manifiestas en este Día prometido de Dios. Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh, CLXI

 

Igualmente entender las cualidades y expectativas necesarias para la nueva raza del hombre, es crucial para el proceso.
El Hombre, físicamente un animal, está dotado de todos los atributos de Dios, que se manifiestan en un nivel mucho más alto que el animal. Él es el vértice y el propósito de la creación y gobierna sobre todas las formas de vida en este mundo. -Adib Taherzadeh, La Revelación de Bahá’u’lláh v 1, pág. 2.

 

A medida que avanzamos hacia nuestro destino espiritual, debemos cambiar nuestras herramientas externas y reemplazarlas por otras más espirituales y adoptar nuevos conceptos que nos guíen hacia nuestro verdadero destino. Tenemos que deshacernos de nuestras tendencias animalistas y adquirir virtudes para seguir el camino y llevar a cada hombre y mujer a convertirse en la nueva raza del hombre con el tiempo.

 

En el campo económico, muchos de los criterios con los que hemos estado utilizando como herramienta para medir nuestros logros. Conceptos como el dinero y la riqueza tienen que transformarse en uno espiritual. Estamos en un viaje espiritual, y nuestras vidas deben reflejar eso.

 

El mundo se mueve, realmente, hacia su destino. La interdependencia de los pueblos y naciones de la tierra es ya un hecho consumado, a pesar de lo que digan o hagan los jefes de las fuerzas que dividen al mundo. Su unidad en la esfera económica es ahora entendida y reconocida. El bienestar de una parte significa el bienestar del todo, y la miseria de una parte trae la miseria al todo. La Revelación de Bahá’u’lláh, en Sus propias palabras, ha “dado un nuevo impulso y fijado una nueva dirección” a este vasto proceso que opera ahora en el mundo. Las llamas encendidas por esta gran prueba aflictiva son consecuencia de que los hombres no la hayan reconocido. Por otra parte, están apresurando su plena realización. Una adversidad prolongada, mundial, desconsoladora, unida al caos y la destrucción universal, debe necesariamente convulsionar las naciones, remover la conciencia del mundo, desilusionar a las masas, producir un cambio radical en la concepción misma de la sociedad y refundir, por último, los desarticulados y sangrantes miembros de la humanidad en un solo cuerpo, único, orgánicamente unido e indivisible. – Shoghi Effendi, El día prometido ha llegado, p. 114.

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