Vivimos en una era de milagros

Vivimos en una era de milagros, y ni siquiera lo sabemos.

A menudo he deseado vivir en tiempos de algunos de mis héroes quienes participaron en grandes eventos históricos, y luchar junto a ellos en sus batallas. ¡Cómo los admiraba y los idealizaba!. Cómo hubiera querido estar junto a ellos y ayudarles de cualquier manera que pudiera en sus batallas contra la ignorancia y la injusticia, y al hacerlo, participar en un evento importante en la historia de la humanidad.

 

Todos tenemos algunos héroes del pasado a los que admiramos. Para mí, como baha’i, he deseado vivir los primeros días de la dramática historia de mi Fe, con esos grandes mujeres y hombres que arriesgaron todo, incluidas sus vidas, por sus creencias más profundas. Fueron atormentados y puestos en las peores cárceles para persuadirlos de que se retractaran de su Fe, pero eso los volvió más decididos y valientes. La mayoría de ellos sufrieron y fueron martirizados por sus creencias. Esas historias de valentía me inspiraron.

 

Recientemente, sin embargo, me he enfocado más en lo que está sucediendo ahora. La noticia se concentra en los eventos negativos, sin embargo trato de ver el lado positivo de nuestra actualidad, y mientras hago esto, me doy cuenta de que las maravillas de nuestro mundo moderno son totalmente pasadas por alto, debido a la inclinación negativa que prevalece en gran parte del mundo de las noticias.

 

Lo encontré fascinante mientras buscaba más y observaba con un ojo investigador. Soy de la generación que no creció con los muchos artilugios asombrosos que son tan comunes hoy en día, por lo que los veo no con los ojos entornados sino con una sensación de asombro. No los doy por sentado, así que puedes imaginarte por qué llamo a la actualidad una era de milagros.

 

Estos días, prometidos por las religiones y personas de visión en el pasado, son verdaderamente milagrosos. Cuando Abdu’l-Bahá, el hijo y sucesor de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe Bahá’í, vino a Norteamérica para hablar sobre los ideales bahá’ís y difundirlos hace más de un siglo, dijo:

 

“Considerad, por ejemplo, que el hombre de acuerdo a la ley natural debería morar sobre la superficie de la tierra. Sin embargo, trasciende esta ley natural y sus restricciones y navega en buques sobre la superficie del océano, se remonta hacia el cenit en aeroplanos y se hunde en las profundidades del mar en submarinos. Ello es contrario al orden natural y es una violación de su soberanía y domino. Las leyes y métodos de la naturaleza, los ocultos secretos y misterios del universo, las invenciones y descubrimientos humanos, todas nuestras adquisiciones científicas deberían naturalmente permanecer ocultas y desconocidas; pero el hombre a través de su perspicacia intelectual las busca en el plan de lo invisible, las trae al plano de lo visible, las expone y las explica”.  – Abdu’l-Bahá, La Promulgación de la Paz Universal, pág. 53

 

Después de pensarlo, me di cuenta de que a mis héroes les hubiera encantado experimentar el presente, no sólo por los nuevos inventos y descubrimientos, sino por ver cuánto más cerca estamos del día prometido cuando la humanidad se une y establece una mancomunidad del nuevo mundo.

 

Puede parecer demasiado optimista escribir sobre estas cosas en un momento en que parece que el mundo se está desmoronando cuando se producen numerosas guerras y conflictos, pero los bahá’ís creen que estos eventos, tanto positivos como negativos, son parte de un plan más amplio:

 

“El equilibrio del mundo ha sido alterado por la vibrante influencia de este más grande, este nuevo orden mundial. La vida ordenada de la humanidad ha sido revolucionada a través de la acción de este Sistema único y maravilloso, como el que los ojos de los mortales nunca han presenciado. ”          – Baha’u’llah, El Libro más sagrado, pág. 85.

 

Observalo de esta manera: para construir la casa de tus sueños, tienes que desmontar la antigua, y en ruinas comenzar a construir una estructura nueva, bien diseñada y hermosa. Del mismo modo, las enseñanzas bahá’ís dicen que el antiguo orden -con sus teorías, sistemas y estructuras deficientes en los ámbitos económico, político, educativo, de salud y otros- no puede satisfacer las necesidades de la generación actual de la humanidad. Todos estos trastornos son los signos de su mal funcionamiento y los sonidos de su declive. Esto no señala el fin del mundo; en cambio, significa la llegada de un hermoso nuevo mundo. Las enseñanzas bahá’ís dicen que estamos al borde de estos grandes cambios. La mayoría de las personas ahora están de acuerdo en que las cosas no están funcionando hoy en día, y no se requiere que se convenza a nadie de que necesitamos un sistema mejor.

 

Ahora, con las enseñanzas bahá’ís señalando el camino hacia una futura civilización más unificada, pacífica y amorosa, podemos dedicar nuestra energía a sentar las bases:

 

“Esta mancomunidad debe, tal como podemos visualizarla, consistir en una legislatura mundial, cuyos miembros, en calidad de albaceas de toda la humanidad, controlarán definitiva y  enteramente los recursos de todas las naciones que la compongan y formularán aquellas leyes que sean requeridas para reglamentar las relaciones de todas las razas y pueblos. Un ejecutivo mundial respaldado por una fuerza internacional, llevará a cabo las decisiones a que se haya llegado, y aplicará las leyes aprobadas por esa legislatura mundial, y resguardará la unidad orgánica de toda la mancomunidad. Un tribunal mundial adjudicará y dictaminará su veredicto
obligatorio y final en todas y cualesquiera disputas que surjan entre los varios elementos constituyentes de este sistema universal. Un mecanismo de intercomunicación mundial será ideado, el cual abarcará a todo el planeta, liberado de las trabas y restricciones nacionales, funcionando con maravillosa rapidez y perfecta regularidad. Una metrópolis mundial, actuará como el centro nervioso de una civilización mundial, el foco hacia el cual las fuerzas unificadoras de la vida han de convergir y del cual sus energizantes influencias serán irradiadas.  –
Shoghi Effendi, Llamado a las Naciones, p. 40.

 

¿Quién de las generaciones pasadas no querría presenciar el advenimiento de una nueva era? Estamos presenciando el desmoronamiento de la vieja estructura, y cada día una herramienta se inventa. Tenemos el plano de la nueva estructura en mano y estamos preparando nuestro equipo mientras esperamos con impaciencia para comenzar la construcción. Gracias a la nueva revelación de Bahá’u’lláh, ahora tenemos el diseño para esa estructura futura, pero primero, la humanidad en su conjunto debe unirse para participar en esta empresa, porque este nuevo mundo pertenece a cada persona en la Tierra.

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