¿Por qué no podemos combinar lo mejor del socialismo y del capitalismo?

 

Últimamente me sorprenden las acaloradas discusiones de nuestra cultura sobre el socialismo y el capitalismo. La mayoría de las veces, los argumentos parecen tener una motivación política, así que tratemos de pasar del enfoque político a los hechos reales.

Para empezar, debo mencionar que, como bahá’í, no participo ni interfiero en la política partidista. Desde una perspectiva bahá’í, que hace hincapié en la unidad de la humanidad, me molesta ver que se han ignorado muchos elementos válidos y beneficiosos de estos dos sistemas económicos, debido sobre todo a las diferentes opiniones políticas.

Como economista, veo algo bueno en cada sistema. Como bahá’í, me encantaría que la humanidad combinara los mejores elementos del socialismo y el capitalismo en aras de reajustar los sistemas económicos del mundo, como sugirió Abdu’l-Bahá, el hijo del fundador de la fe bahá’í, Bahá’u’lláh, y su sucesor:

El reajuste de las leyes económicas para la subsistencia del hombre debe efectuarse para que toda la humanidad pueda vivir con la mayor felicidad de acuerdo a sus respectivos grados.

En mi opinión, una combinación de ambos proporcionaría una solución viable para un sistema económico saludable en el que se respetara la libertad individual y, al mismo tiempo, se abordaran con mayor eficacia cuestiones sociales como la pobreza.

Socialismo y capitalismo: lo que se sabe

Esto es lo que se sabe de estos dos sistemas: desde el punto de vista capitalista, el socialismo es malo y va en contra del espíritu de los derechos humanos, sofocando la iniciativa y la libertad individuales. Los que apoyan el socialismo, por otro lado, culpan a la corrupción, la riqueza extrema y la codicia, como productos del capitalismo y su causa fundamental, de gran parte del sufrimiento humano.

La verdad debe situarse en algún punto intermedio de esos puntos de vista polarizados, ya que ninguna ideología o concepto carece de méritos. Así que examinemos las dos ideologías de una manera diferente: observando sus beneficios.

Para aquellos que no entienden del todo lo que representan el capitalismo y el socialismo, de forma muy breve y sencilla, sin entrar en tecnicismos, intentaré explicar estos dos sistemas llamando la atención sobre sus principales características. Esperemos que, arrojando un poco de luz sobre estos conceptos, todos podamos estar en mejor posición para juzgarlos sin depender de la desinformación suministrada por las partes opuestas.

Socialismo

En pocas palabras, el socialismo es un sistema económico y político populista basado en la propiedad pública, como la propiedad colectiva o compartida de los medios de producción. Los socialistas creen que la propiedad compartida de los recursos y la planificación central proporcionan una distribución equitativa de los bienes y servicios y una sociedad más equitativa. El papel de los gobiernos y el control del funcionamiento del sistema es una característica vital del modelo socialista de un sistema económico.

Los escritos bahá’ís apoyan la idea y la importancia del socialismo, si se lleva a cabo de forma democrática y con un espíritu voluntario, sin redistribución involuntaria de la riqueza, sin fuerza ni compulsión. La historia muestra que el uso de la fuerza logró algunos ideales socialistas de igualdad, pero a costa de los derechos individuales. Abdu’l-Bahá, en un discurso que pronunció en Estados Unidos en 1912, explicó:

El problema de la socialización es muy importante. No puede resolverse con huelgas para mejorar el jornal… En los principios de comunismo ruso la igualdad se consiguió a través de la fuerza. Las masas que se oponen a la gente de rango y a la clase acaudalada, desean participar de sus ventajas.

Pero en las Enseñanzas Divinas, la igualdad es alcanzada a través de un libre deseo de compartirla. Está dispuesto, en lo que se refiere a la riqueza, que los ricos y aristócratas del pueblo, por su propia voluntad y en beneficio de su felicidad, se encarguen del cuidado y bienestar de los pobres. Esta igualdad es el resultado de las destacadas características y nobles atributos de la humanidad.

El socialismo pone gran énfasis en los programas y servicios sociales para los más pobres de la sociedad. Las enseñanzas originales de la mayoría de las religiones fomentan alguna forma de socialismo.

Capitalismo

En términos más sencillos, el capitalismo es un sistema económico en el que los individuos privados poseen y controlan la propiedad según sus intereses. La demanda y la oferta fijan libremente los precios en los mercados capitalistas, de forma que se supone que sirven a los mejores intereses de la sociedad. La principal característica del capitalismo es el interés propio, que impulsa a cada persona a obtener un beneficio. En ese sistema, se espera que los gobiernos no interfieran en el funcionamiento del sistema económico.

Un sistema capitalista puro da libertad a todos y solo busca maximizar las ganancias. Esto ha llevado a algunos individuos a alcanzar un éxito financiero sin precedentes y una riqueza extrema, pero también se ha convertido en un caldo de cultivo para la codicia, sin preocuparse por las personas menos afortunadas, lo que lleva a un sistema de «ricos» y «pobres» que tiende a producir grandes extremos de riqueza y pobreza.

Las enseñanzas bahá’ís apoyan de nuevo algunos aspectos del capitalismo, siempre que se cambien algunos de sus elementos para que sirva más eficazmente a la sociedad. El Guardián de la fe bahá’í, Shoghi Effendi, dijo: «No hay nada en las enseñanzas [bahá’ís] en contra de algún tipo de capitalismo; su forma actual, sin embargo, requeriría que se hicieran ajustes».

La búsqueda de la verdad y la moderación en la economía

La investigación independiente de la verdad, uno de los principios fundamentales de la fe bahá’í, me obliga a tratar de encontrar los méritos de estos dos sistemas económicos, y a ver la posibilidad de combinar estas dos ideologías tan importantes para el progreso de la humanidad, todo ello sin dejar de reconocer la necesidad de moderación, como expresó Abdu’l-Bahá:

…la mejor opción es, pues, buscar la moderación que, para los ricos, supone reconocer las ventajas de la mesura en la adquisición de ganancias y mostrar consideración por el bienestar de los pobres y los necesitados…

 

No importa a qué religión o partidos políticos pertenezcamos; la mayoría de nosotros queremos reducir la pobreza, aumentar las oportunidades y resolver otros problemas económicos. Los capitalistas tienen sus soluciones y los socialistas las suyas, pero los problemas siguen sin resolverse, e incluso han empeorado. Hoy en día, la creciente brecha entre los ricos y los pobres nos amenaza a todos.

Espero que un día podamos dejar de lado las diferencias y volver a las necesidades fundamentales de la humanidad centrándonos en el bienestar de todos, independientemente del método.

Las enseñanzas bahá’ís pueden guiarnos para combinar los mejores conceptos, descartar los negativos y utilizarlos para satisfacer las necesidades del mundo. El capitalista puede tener la libertad de construir negocios y fábricas, y tener éxito en la generación de riqueza. El resto de la sociedad puede desempeñar su papel y contribuir, siempre y cuando todos los miembros de la comunidad puedan vivir cómodamente y compartir el beneficio de los esfuerzos de los demás.

Tal vez, tras la amarga experiencia de la pandemia, la humanidad haya llegado a un momento excelente para reexaminar las definiciones de estos dos sistemas y eliminar los malentendidos y prejuicios políticos que los han etiquetado. Tal vez podamos aceptar los méritos de ambos sistemas y combinarlos en un sistema altamente eficiente que ponga remedio a los males económicos que afligen a la humanidad.

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